La Otra parte.

Tal vez no sea realmente mi Otra Parte. Ella había escuchado hablar de aquello a una persona en quien depositaba enteramente su confianza, hablaba de la búsqueda que todo ser humano -sin ser conciente de ello- emprende durante la ruta de su vida. Sentía desfallecerse, la tristeza había jugado la ruleta rusa y había dado en el blanco con su corazón. Solo tenía fe, y su fe le hacía mover montañas. Sin embargo, él era feliz, eso le había confesado. Y eso era una señal. Las Otras Partes sienten en proporción, si una está mal, el otro sentirá -inexplicablemente- un porcentaje de ese dolor. -Tal vez no seas mi Otra Parte- le dijo. -No entiendo de eso, solo he descubierto ese brillo en tus ojos, respondió. Y sonrieron.