martes, 31 de mayo de 2011

Cursilerías de mayo

Yo que solía escribirte cada día a toda hora, con la mano temblorosa tratando de captar la rapidez de las ideas mezcladas con ese sentimiento tan nuestro, tan nuestro. Que se me hacía un nudo en la garganta al verte esperando en aquella plaza una respuesta que jamás llegaría, que no podía nunca dejar de refugiarme en tus brazos, que no entendía que a nosotros jamás iba a sorprendernos un "adiós".
Yo que solía esperarte largas tardes sentadas a la puerta de casa, acobijada bajo los impertinentes rayos de sol que venían a hacer de mis ojos algo mucho más verde, algo excepcional como tu locura. Yo que contaba cuántos autos pasaban antes de que llegase el tuyo, le ponía nombre a los segundos y canciones a los espacios que no compartía contigo.
Yo que me quedé pequeñísima, de dieciséis años cuando te fuiste. Que me aterra la oscuridad gritando tu nombre, las fotos rememorando besos, las idas y vueltas.
Yo que no aprendi a dejarme querer y vos que no pudiste hacerme un lugar.
Acá estoy, después de tantos meses, escribiéndote a vos.

1 comentario:


Wonderland;